De septiembre de 2024 a mayo de 2025 recorrí el Bosque de Chapultepec con el propósito de identificar formas alternativas de transitar el territorio, más allá de las narrativas impuestas que lo organizan como un espacio patrimonial, turístico y de consumo. Esta investigación plantea que es posible habitar el bosque desde otras perspectivas y reconfigurar el vínculo con él a través del cuerpo, la imaginación y la experiencia sensible.
A lo largo de múltiples caminatas por sus cuatro secciones, realicé un mapeo del espacio desde lo sensorial, lo cual detonó una investigación bibliográfica que se fue nutriendo de mi propia experiencia. De este cruce surgió la creación de una herramienta crítica: un dispositivo de orientación que acompaña a quien lo consulta a imaginar nuevas formas de relacionarse con el entorno. En él se proponen modos de lectura espacial, claves para explorar desde la intuición, perspectivas para observar desde distintas escalas, y rutas rebeldes que invitan a recorrer el bosque desde lo afectivo, lo vivo y lo inesperado.
La hipótesis sostiene que las rutas del bosque no son neutrales, sino que están condicionadas por dinámicas de consumo y por interacciones políticas, sociales y culturales que delimitan los modos de recorrer y percibir el espacio. Frente a esto, las rutas rebeldes se proponen como actos de reapropiación del territorio, guiados por el cuerpo, la atención y la escucha.
Más que ofrecer una guía predeterminada, esta brújula busca abrir preguntas y posibilidades. Su diseño sintetiza los hallazgos del proceso, y al estar pensado como un objeto distribuible, permite que circule entre otras manos y otras experiencias. Chapultepec se revela como un espacio atravesado por tensiones, pero también como un terreno fértil para imaginar y practicar otras formas de estar en el mundo.