Este proyecto consistió en desarrollar dos propuestas editoriales para una serie de guías de aprendizaje de las lenguas no hegemónicas de México. Se buscó visibilizar la diversidad de alrededor de 68 lenguas que, aunque no son reconocidas oficialmente como parte del patrimonio cultural, forman parte esencial de distintas regiones del país. Para organizar el diseño, se agruparon en tres zonas geográficas: noroeste, Valle de México y sureste. La primera propuesta se inspiró en la flora local, asignando a cada lengua un color vinculado con una planta representativa, y unificando todas con formas curvas en tonos verdes que simbolizan la conexión con la tierra. La segunda propuesta partió de la topografía, utilizando montañas y relieves característicos de cada región, y diferenciando las zonas por el color de su suelo predominante.
Aunque solo se diseñaron las portadas, este proyecto representó un acercamiento significativo al diseño editorial dentro de la carrera. Fue una experiencia valiosa no solo por el reto visual, sino por el potencial de generar materiales que reconozcan y den valor a las lenguas originarias del país.